Mi pensamiento
revive nuestro encuentro,
mi Dios,
en aquella humilde capilla,
entre pinares y talamos,
cuando estaba en la pubertad,
de mi adolescencia,
cuando estaba,
en lo mejor de mi vida.
Eso pensaba el mundo entero,
eso así lo creían.
Pero Tú,
me tomaste de tu mano,
haciéndome sentir,
Tu bondad infinita.
Y fue maravilloso,
cuando por primera vez,
“quede extasiada”
En aquel asiento de la ermita.
Tú le hablabas a mi corazón,
nadie lo escuchaba,
solo yo lo sentía.
En mi mente una frase,
quedo gravada,
y como un eco,
dentro de mí se repetía…
-Ahora que tu alma
esta en dialogo con El,
“pídele lo que quieras niña”-
Pero yo me sentía,
tan llena de paz,
que de pedir no tenía necesidad,
aunque de todo carecía,
solo le dije una cosa,
Dios si algo me quieres otorgar,
te pido alegría para dar,
y para entender a los demás,
dame sabiduría.
Salí de allí feliz,
Y en un rincón del pensamiento,
Quedo guardada esa chispa,
“pensando”
Que no la emplearía jamás,
pero lo que son las cosas de la vida,
en este angosto caminar,
cuanto más alegría regalaba,
mas dichosa yo me sentía,
y cuanto más conocía el interior,
de los demás,
mi mente mas se enriquecía.
“Y hoy”
Cuando los años dan madurez,
siento que lo que le pedí,
a Dios aquel día,
sin saber en mi corto entender,
no creo que lo pidiera para los demás,
“Dios” te lo pedí para mí misma.
AUTORA: SALINA
DERECHOS: RESERVADOS
revive nuestro encuentro,
mi Dios,
en aquella humilde capilla,
entre pinares y talamos,
cuando estaba en la pubertad,
de mi adolescencia,
cuando estaba,
en lo mejor de mi vida.
Eso pensaba el mundo entero,
eso así lo creían.
Pero Tú,
me tomaste de tu mano,
haciéndome sentir,
Tu bondad infinita.
Y fue maravilloso,
cuando por primera vez,
“quede extasiada”
En aquel asiento de la ermita.
Tú le hablabas a mi corazón,
nadie lo escuchaba,
solo yo lo sentía.
En mi mente una frase,
quedo gravada,
y como un eco,
dentro de mí se repetía…
-Ahora que tu alma
esta en dialogo con El,
“pídele lo que quieras niña”-
Pero yo me sentía,
tan llena de paz,
que de pedir no tenía necesidad,
aunque de todo carecía,
solo le dije una cosa,
Dios si algo me quieres otorgar,
te pido alegría para dar,
y para entender a los demás,
dame sabiduría.
Salí de allí feliz,
Y en un rincón del pensamiento,
Quedo guardada esa chispa,
“pensando”
Que no la emplearía jamás,
pero lo que son las cosas de la vida,
en este angosto caminar,
cuanto más alegría regalaba,
mas dichosa yo me sentía,
y cuanto más conocía el interior,
de los demás,
mi mente mas se enriquecía.
“Y hoy”
Cuando los años dan madurez,
siento que lo que le pedí,
a Dios aquel día,
sin saber en mi corto entender,
no creo que lo pidiera para los demás,
“Dios” te lo pedí para mí misma.
AUTORA: SALINA
DERECHOS: RESERVADOS